Son las 7:30 de la mañana; toca madrugar porque puede ser un día largo.
Montados en el autocar nos dirigimos a Casares de las Hurdes donde nos sirvieron rápidamente el desayuno.
La mañana estaba con chirimiri y neblina, pero nada que no pudiéramos solventar.
Tras dejarnos en El Gasco nos dirigimos a la Miancera o Meancera. Tal como sonaba el Río Malvellido nos podíamos imaginar lo ruidosa que iba a estar la caída de agua y así fue.
Las maderas mojadas y los escalones humedecidos los subimos con mucha prudencia.
Aquello estaba impresionante... era un chorrón caudaloso, rugiente y desbordante como la alcachofa de la ducha.
Tras ese espectacular panorama volvimos sobre nuestros pasos hasta tomar el sendero Martilandrán - El Gasco, siguiendo el muro de piedra. El suelo húmedo y pedregoso aconsejaba mirar bien dónde poner los pies. Tuvimos que pasar por varios regueros que atravesaban el camino, donde se produjeron algunos resbalones.
El curso del río estaba impresionante, dejó de llover y el sol se avino a saludarnos.
Buscando un lugar donde descansar y tomar el plátano, tomamos el camino de más desnivel para acceder a La Fragosa; algunos voluntarios se adelantaron para asegurar que el camino estaba en condiciones.
En La Fragosa hubo un senderista con problemas para seguir y prefirió ir por la carretera hasta el pueblo para ponerse en comunicación con el conductor y que le recogiera. Fue seguido por otro despistado senderista, que gracias a las indicaciones de un paisano se reintegró al grupo.
Pasado al otro lado del Malvellido iniciamos tranquilamente la subida hasta el pinar, donde paramos a comer.
Tras reponer fuerzas emprendimos la fuerte bajada acompañados de una ligera llovizna. Cruzamos el Gollete por el resbaladizo puente de madera y dejamos atrás la zona de helechos recientemente desbrozada.
Viendo el final del camino cerca, quién iba a pensar esta mañana que con el tiempo anunciado íbamos a poder finalizar la jornada de manera tan dichosa.
Llegados a El Cerezal nos subimos al autocar que nos llevó de nuevo a Casares, donde tomar el merecido refresco, para después regresar a Salamanca.
Es de agradecer la pericia del conductor teniendo en cuenta algunas dificultades de la carretera y, sobre todo, para aparcar en El Gasco.
Una vez en casa, pensando tranquilamente, agradecemos a todos los participantes la colaboración para que la ruta transcurriera sin incidencias.
Fotografías de Esteban Martín, Elena Martínez y Tomás Rubio. Track de José Mª Sánchez.
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