La parada de Gabriel y Galán estaba animada. Hasta cuatro autocares contamos antes de que llegara el nuestro, de la empresa Hermanos Martín. Tras apenas hora y media de viaje llegábamos a Cabezabellosa donde antes de empezar la marcha nos esperaban los buñuelos caseros y los bizcochos que nos habían preparado en el Bar Antonio. La mañana pintaba bien. Día soleado que nos permitiría disfrutar de las vistas aunque eso sí, con ligera calima.
Comenzamos a caminar por la calle Rezumbaera y pronto encontrábamos el primer repecho. La subida era tendida en algunos tramos aunque en otros no tanto. A media ladera la sombra empezaba a escasear y el calor apretaba aunque mirando a nuestra izquierda y contemplando las vistas sentíamos que el esfuerzo merecía la pena.
Una vez en lo alto del Pitolero llegó el momento de las fotos en el vértice geodésico ya con la satisfacción de que habíamos coronado y de que a partir de ese momento comenzaba el descenso. El primer tramo de la trocha por la que bajamos tenía bastante agua lo que nos obligó a hacer algunos quiebros para evitar mojarnos demasiado.
Las recién brotadas hojas de los robles nos protegían del sol y el rumor de las aguas de la Garganta del Neblillo nos acompañaba en esta agradable parte del camino. Teníamos frente a nosotros el Valle del Jerte y siguiendo con la vista el cauce del río divisábamos la ciudad de Plasencia. Esta hermosa panorámica nos acompañó hasta el Roble Romanejo donde encontramos abundante sombra para comer y descansar y pudimos ver volar a algunos parapentistas.
Aún nos quedaba un último tramo para regresar a Cabezabellosa. La primera mitad del mismo se hizo algo incómoda pues las recientes aguas caídas habían inundado parte del sendero por lo que había que elegir bien dónde poner los pies.
Ya en el pueblo algunos subimos al Mirador del Castillo para hacer las últimas fotos y terminamos la jornada refrescándonos en los bares de la carretera antes de regresar a Salamanca.
Fotografías de Francisco Labrado (vídeo).
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