lunes, 21 de octubre de 2019

Crónica: La Mira

Domingo 29 de septiembre, 7:30 de la mañana partimos 38 senderistas rumbo a Hoyos del Espino, donde paramos a desayunar en el Restaurante Alto-Gredos, y empezamos la mañana con una tostada de media barra (yo me decidí por mantequilla y mermelada, ya que había visto que el tomate tenía pinta de ser frito).
A las 10:30 iniciamos la ruta atravesando el portón del kilómetro 6 de la carretera a la Plataforma de Gredos.
Como suele pasar, el grupo de cabeza se lanza y la serpiente se estira. Camino ancho cuesta arriba, todos concienciados de que hay que subir. Vamos tan concentrados que, oh… esto no me suena, deberíamos ir pegados al Arroyo Covacha. Comentarios… ánimos; nada, nada atrochamos entre piedras y maleza hasta el camino, que vaya, no subía tanto.
Según caminamos se nos estrecha la senda. El grupo bastante compacto. Hacemos nuestra primera parada antes del repecho hasta el Puerto del Peón. Y vino bien porque la subidita se las traía, pero nadie bajó el ritmo y agradecimos una paradita para tomar resuello antes de seguir.
Habíamos pasado el primer tramo exigente y todo OK.


Ahora a coronar el Puerto. Las vistas de la parte sur y oeste: impresionantes. Además pudimos ver el primer grupo de cabras montesas mientras disfrutábamos del refrigerio y de las vistas (Arenas de San Pedro, Pantano del Rosarito, etc.).
Hay que seguir pues nos queda una hora hasta La Mira, que ya vemos entre los cuchillares de Los Galayos. Afrontamos la Cuerda de la Tarayuela, un alivio la bajada y un martirio la subida (era la segunda parte exigente). Que se vio recompensada por una nutrida manada de cabras que se apartaron de nuestro camino (perseguidas por la cámara de Paco).


Nos separamos un poco del camino para, desde un mirador, tener de cerca Los Galayos. Fotos, descanso, ganas de coronar… Seguidamente el grupo se disgrega. Con La Mira ya en frente, unos se adelantan, otros se quedan en la fuente del Pelao rellenando la cantimplora, otros afrontan los calambres y el cansancio…
En La Mira había un grupito de cabras, como esperando que sacáramos los bocadillos por si “algo caía”. Hubo sus miedos porque estaban tan cerca que imponía su cornamenta. Fue un rato muy relajado. Era el premio al esfuerzo de esta ruta de montaña: subidas y bajadas, superación y recompensas.


Nos queda afrontar el camino hasta la Plataforma. Se nos van a suceder, cómo no, otras subidas y bajadas, pero el grupo permanece unido, el ritmo es sereno y constante, nadie se queda atrás (Pedro no les dejaría). Todo está saliendo según lo previsto porque todos le ponemos ganas, nadie protesta y tenemos la mira puesta en llegar (pasamos el risco pelucas, los Campanarios, zonas pedregosas…), siempre con la vista en las cumbres del circo (otras veces mirando dónde ponemos las botas).
Intuyendo la cercanía de la Plataforma el grupo vuelve a alargarse, el camino se hace un tanto monótono (se han diluido las panorámicas y solo tenemos la llanura que lleva al Puerto de Candeleda como referencia).
Nos agrupamos en el Refugio de los Pescadores, cogemos fuerzas y afrontamos el tramo final. Cruzamos el Arroyo Ciruelilla, y una vez en la calzada empedrada la sonrisa anunciaba el final: sentados en el puesto de la Plataforma, agradecimos refrescarnos (aunque a costa del bolsillo).
No tuvimos tiempo para más: la ruta llevó su tiempo, el viaje era largo, el autocar tiene sus horas… todos satisfechos (y cansados) por la merecida recompensa.
Autor: José Luis.


Fotografías de José Luis García, Francisco Labrado, Pedro Martín y Ángel Sánchez (track).

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