jueves, 29 de octubre de 2015

Crónica: de Cantagallo a Hervás

25 de octubre de 2015. Domingo.

A las 8:30 partimos de la Plaza de Gabriel y Galán hacia Béjar. Cielo plomizo y lluvia ligera. Se tenían que cumplir las previsiones porcentuales de lluvia diaria para que luego ya no nos lloviera. En una hora estábamos tomando café en el "Beletri", justo enfrente de la estación de tren de Béjar. Luego, José (el conductor) y señora nos acercaron a Cantagallo, donde comenzó la excursión.

Ya congraciados con la meteorología, hacia las diez y veinte asaltamos la calleja que, paralela a la N-630, permite llegar hasta Santa Bárbara. Robles y castaños, lo prometido, y una primera toma de contacto con el otoño, un aperitivo de lo que vendría después. Al final de este primer trecho nos esperaba la ermita de Santa Bárbara y Santa Lucía y, a mayores, un espectacular partido de fútbol entre solteros y casados que nos hubiera encantado disfrutar en su totalidad. Pero como antes del placer está el deber, nos acercamos al Mirador de la Peña, o (por razones perfectamente visibles) de la Cruz, para contemplar, algo estrechos, una interesante vista panorámica del entorno. Luego dirigimos nuestros pasos hacia Puerto de Béjar. Paredes de una fábrica de curtidos, iglesia y ligera subida hasta el inicio de la “Ruta de los Castaños”. Quizá la parte más bonita de la excursión. Era dejarse llevar por un sendero casi mágico de musgo y castaños.

De esta guisa llegamos a la vía donde, como eran las doce, tocaba parada y fonda de mantenimiento. Vimos “in situ” el comienzo de la reconversión en vía verde y después de contemplar -desde lo alto- Baños de Montemayor entramos en un túnel. Procesión de linternas, con un final propio del romanticismo. Unas cuantas traviesas más y enlazamos con el “Camino de los Arrieros”. Ya lo dice el refrán “arrieros somos y …”, que traducido significa “a subir, que es lo que toca”. Eso sí, arropados por robles y castaños, nuevamente lo prometido. Y llegamos a La Garganta.

Ya son las dos, es decir, las antiguas tres. Algunas miradas inquietas y algunos brotes de borborigmo hicieron que una pregunta comenzara a flotar en el ambiente: “¿Pero aquí no se come? Como la previsión era comer en la Ermita de San Gregorio, donde ya teníamos reservadas las mesas, pues hubo que hacer de tripas corazón. Faltaba una subidita que a alguno/a se le hizo larga. Pero mereció la pena porque la pradera con la ermita al fondo y el Pinajarro como telón completaban un paisaje casi idílico (vacas incluidas). El restaurante fantástico. Buenas vistas, estupendo servicio y mejor compañía.


Calmada el ansia estomacal y repuestas las fuerzas y mochilas al hombro, reanudamos la marcha. Eran las tres y media (actuales). Bajada empedrada y pronunciada por un robledal con estupendas vistas al frente de un otoño temprano, hasta llegar al Río del Valle en donde nos adentramos en un bosque de ribera que nos condujo hasta Hervás. Eran las seis menos diez y llevábamos recorridos 22,2 km, distancia suficiente para haber disfrutado del otoño, cuando los últimos de Filipinas alcanzaron el objetivo previsto.

Y para que así conste, firmamos la presente crónica en Salamanca a 27 de octubre de 2015.

Los guías, Carmen y Santi.


Fotografías de Ángel Sánchez y Beatriz Ojanguren.

jueves, 22 de octubre de 2015

Previa: de Cantagallo a Hervás

Entre robles y castaños este domingo recorreremos la distancia que separa Cantagallo de Hervás. Un paseo que se promete tan bello como otoñal.

Los primeros fríos, la humedad o los colores de la nueva estación, serán algunos de nuestros compañeros en este paseo entre Salamanca y Cáceres; más llevadero con ayuda de la conversación y los buenos ratos que dan la amistad y la afinidad entre los/as participantes.

Varios caminos y rutas nos servirán para alcanzar nuestro objetivo a la vez que disfrutaremos de la Sierra de Béjar y algunos de sus secretos menos conocidos.