Estamos asistiendo
en estos últimos tiempos a una ofensiva mediática que está lanzando el actual
presiente de la Confederación Hidrografica del Duero (CHD), José Valín. Una y
otra vez insiste machaconamente a quien quiera oírle (leerle) en la necesidad que
tiene la cuenca del Duero de aumentar en capacidad de regulación. Ni que decir
tiene que en el lenguaje que maneja y con unos conocimientos técnicos
obsoletos, regulación solo quiere decir una cosa: que se necesitan más presas y
más grandes. Aunque se le pregunte por otras cosas, él vuelve una y otra vez
por sus fueros, erre que erre, que lo que verdaderamente hace falta son más
presas y más grandes.
Decía en el anterior
escrito que Valín es un personaje singular que cultiva una falsa apariencia de
erudito bonachón, bajo la que se esconde un corporativista fanático, tan pagado
de sí mismo como ignorante de la actualidad en materia de gestión y
administración pública del agua. Es de los que piensa que cualquier gota de
agua que se escapa al mar es una pérdida irremediable, y su mejor destino es el
regadío. Su única sensibilidad es la agraria y la "cultiva" sin
medida. Parece que sigue siendo el Consejero de Agricultura de la Junta de
Castilla y León, Consejería con la que mantiene una actitud servil que poco
sirve al interés general de los españoles.
Esta actitud es muy
peligrosa, ya que le pagamos por representar unos intereses distintos, con una
visión más integrada, económica y moderna, y mucho más
"ecosistémica", aunque dudamos que sepa incluso de qué va el
concepto. Pero no vamos a hablar aquí de la Directiva Marco del Agua ni de cómo
ha de ser una política del agua del siglo XXI. Vamos a hablar aquí del que
parece ser el punto fuerte de este señor: las presas, y en concreto de tres de
ellas, las dos conocidas como presas del Valdavia en Palencia y la de
Villagatón en León. Empezaremos por ésta para seguir un orden cronológico.

La presa de
Villagatón, se encuentra en el municipio del mismo nombre, en León, en la
cabecera del río Porcos, un afluente del río Tuerto. Se construyó por
iniciativa de la Consejería de Agricultura y Ganadería con anterioridad a que
desempeñase responsabilidades en ella el señor Valín. Pero durante todo su
mandato, primero como Director General de Estructuras Agrarias y después como
Consejero, un periodo de tiempo muy dilatado de nada menos que 11 años, FUE
INCAPAZ DE PONERLA EN EXPLOTACIÓN y así sigue hasta nuestros días. Se convirtió
en un monumento a la estupidez, el primero de una lista que no va a llegar a
ser larga porque la crisis no lo va a permitir.
Respecto de las
otras dos, las llamadas presas del Valdavia, estas sí que han estado bajo su
administración desde las primeras fases hasta que su construcción estaba
iniciada, momento en el que le quitó el puesto de Consejero su archienemiga
política (aun siendo ambos del PP), Silvia Clemente, la Consejera que más que
de Agricultura y Ganadería lo es de "nuevas tendencias en materia de moda
por la cara a costa del común" (asunto facturas Corte Ingles). Después de
4 años, y tras dilapidar un montón de millones de euros (las cifras reales no
se conocen) el resultado es desolador. La presa del arroyo Villafría está
terminada y abandonada lo que supone una amenaza a la seguridad de las
personas, máxime si tenemos en cuenta que se trata de una presa de materiales
sueltos. La del arroyo de Las Cuevas, está iniciada, habiéndose ejecutado la
galería de hormigón y parte del aliviadero. Por lo demás, con un movimiento de
tierras que afecta a prácticamente todo el valle, el aspecto que presenta es
desolador. En ambos casos se han destruido dos hermosos valles y se han
desconectado irreversiblemente dos interesantes y antes llenos de vida
tributarios de la cabecera del río Valdavia.

¿Y Cómo es que hemos
llegado a este estado de cosas? Pues muy sencillo, primero porque la Junta de
Castilla y León ya no tiene dinero para terminarlas y ponerlas en explotación.
La falta de cálculo y la imprevisión han conducido a la necesidad de acometer
unos modificados para los cuales no hay dinero. Pero es que además, debido a un
recurso contencioso-administrativo interpuesto por la asociación AEMS-Ríos con vida, una asociación de reconocido prestigio en materia de conservación de los
ecosistemas fluviales, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha
dictado sentencia en el sentido de invalidar la concesión que las amparaba
administrativamente y ello por un chapucero procedimiento de evaluación de impacto
ambiental. La pena es que la vía penal no prosperara, ya que se había detectado
una presunta falsificación de los datos del estudio de impacto ambiental que
había presentado la Junta, pero al final, eso no se pudo demostrar. No obstante
gracias al buen hacer de AEMS, en vía contencioso-administrativa ganaron a la
Junta por goleada. Siendo el resultado actual, que tenemos una presa
prácticamente hecha y otra a medio hacer que no van a entrar en explotación por
motivos económicos y legales hasta dentro de varios años. O tal vez no lo hagan
nunca.
Estas son las credenciales en materia de presas del
decimonónico Valín, ese gran "ingeniero hidráulico", como le gusta
definirse. Ahora que se ha hecho con el puesto de su vida, ser presidente de la
CHD, nos quiere convencer que va a poder hacer todo aquello de lo que ha sido
incapaz en el desempeño de otros puestos de mayor responsabilidad. No obstante,
todo parece indicar que en el fondo esto es una pose de cara al sector agrario,
para tenerlos tranquilos y de su parte. Como bien se jacta en decir en todas
las entrevistas, él va a iniciar la regulación adicional de no se sabe cuántos
ríos, pero siempre se cura en salud advirtiendo que desde que se inician los
trámites hasta que se inician las obras pueden pasar hasta ocho años. Si
contamos con que Valín tiene 64 años, aunque permaneciese en el mismo puesto
hasta la edad máxima de jubilación para los funcionarios reenganchados, 70
años, no tendría que dar cuentas a nadie por incumplir los plazos. Esto sí que
es zorrería política de gran calibre, por mucho que ahora vaya de
"técnico".

Bastante tiene por
delante Valín con Castrovido, una presa funesta en Burgos, innecesaria, que va
a suponer la destrucción irreversible de un río, el Arlanza y que ya va por su
cuarto modificado, habiendo pasado de los 70 millones de euros iniciales a
muchos más de 200, lo que ya se hubiera convertido en un escándalo en cualquier
otra tierra menos complaciente y resignada con este tipo de fraudes que en
Castilla y León (la "Tierra de Sabor" ).