lunes, 30 de enero de 2017

Crónica: de Colmenar de Montemayor a Sotoserrano

El fresquito de la madrugada, muy propio de estas fechas en Salamanca pese a la trascendencia que se le da en los medios de comunicación, nos ayudó a despertarnos aunque estamos acostumbrados a horas más tempranas, siempre cuesta salir de la cama a esas horas, más aún cuando fuera está helando.

Y tan helando, que nos dejó un hermoso paisaje cubierto de hielo durante todo el trayecto hasta Colmenar de Montemayor, al que llegamos pasando por La Alberca, ya que, según nos dijo el conductor, por la carretera de Béjar (por donde habíamos previsto el viaje) es mucho más corto pero hay una curva, en Horcajo de Montemayor, que podría impedir el paso del autocar y eso si sería un problema.

A todo esto, se unió la presencia de hielo en la carretera que obligó a llevar una velocidad más lenta, por lo que llegamos casi con media hora de retraso sobre el horario previsto.

Pese a todo, las diligentes y encantadoras personas del Bar Cotolina, que nos tenía preparado un banquete de desayuno con bizcochos, pastas, perrunillas y rosquillas caseras que estaban riquísimas, acompañadas con un contundente café, de los de antes, leche y zumo, nos hicieron olvidar el frío del exterior. Pero íbamos a caminar, de modo que hubo que hacer uso de las fuerzas recién adquiridas y enfrentarnos al exterior.

Después de contemplar la fachada de la Casa del Chantre, y la Casa del Hidalgo, pasamos junto a la Iglesia, sin detenernos, ya que habíamos acumulado un importante retraso sobre el horario previsto, para llegar a la carretera, por una empinada pendiente, y empezar a disfrutar de las impresionantes vistas que se ven tanto de la Sierra de Francia como de Las Quilamas.

A la salida del pueblo, se nos unió un simpático y peludo invitado sorpresa que animó nuestra marcha con su incesante ir y venir, correteando por todas partes con su eficiente sistema de 4x4 patas. Nos acompañó hasta bien pasado Valdelageve, donde fueron a buscarlo sus dueños, atendiendo a la llamada de aviso que hizo Pablo al teléfono que figuraba en el collar el perrito.

Al salir de la carretera, comenzamos el tranquilo caminar por la amplia pista que atraviesa un robledal, muy adecuada para la charla y el caminar, que hizo que el trayecto hasta Valdelageve se nos hiciera corto pese a que, la última subida hasta este pueblo, era un poco larga.

El acelerado caminar que mantuvimos, quizá animado por la presencia del inquieto perrillo, nos volvió a poner en el horario previsto y así encaramos el camino a Sotoserrano ya por la señalizada ruta de la Virgen de la Peña.

El frío de la mañana, se tornó en una muy agradable temperatura para caminar, facilitada por la orientación de la ladera por la que discurre la pista, que situada al sur y protegida del frío viento del norte, explica la abundancia de olivos y la presencia incluso de chumberas. En estas condiciones fue muy fácil retomar la charla que quedó suspendida en el ascenso a Valdelageve y pudimos mantener un ritmo ligero, para algunos demasiado ligero, que nos permitió comer ya cerca del Alagón. Y vino bien, porque antes no encontramos otro lugar propicio para poder sentarnos.

Tras la comida quedaba poca ruta, algo menos de 6 kilómetros, por lo que, con la idea de las frescas cervecitas en la mente apresuramos aún más el paso y con mucha antelación sobre el horario previsto, poco más de las 5 de la tarde, comenzamos a llegar a Sotoserrano.

Tras un merecido tiempo de relax, salimos de vuelta a las 6 y cuarto en dirección a Salamanca, cansados porque la ruta se extendió  más de lo previsto, pero contentos por haber disfrutado de un espléndido día de senderismo.


Fotografías de José Luis García y Francisco Labrado.

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