lunes, 2 de mayo de 2016

Crónica: de Llano Alto a Candelario

17 de abril de 2016. Domingo.
Con algunas bajas respecto de la lista inicial, a las 8:35 partimos de la Plaza de Gabriel y Galán hacia Béjar. La semana había estado pasada por agua y aunque las previsiones no daban lluvia no las teníamos todas consigo. En una hora y poco estábamos tomando café en la cafetería de la estación de autobuses de Béjar. Luego, subimos a Llano Alto, donde comenzó la excursión.
Con un ojo en las nubes y otro en el camino nos dirigimos al embalse de Béjar. Cruzada la presa y después de un breve tramo asfaltado nos metimos por la pista paralela al canal que surte de agua al embalse desde el azud del río Cuerpo de Hombre. Y allí la sorpresa (relativa) de que no se podía vadear el río. Las abundantes lluvias caídas durante los días anteriores pasaban factura. Hubo que desandar lo andado para regresar a la carretera y, por ella, bajar a la entrada de la Dehesa de Candelario. Pequeña parada con refrigerio y replanteamiento de la ruta. Si el paso por el azud era imposible era de prever que los pasos del río por la Maliza y Hoya el Tiñero fuesen también inviables. Solución: cambio de ruta. Y eso hicimos.
Desde la Dehesa, siguiendo el camino de la Jarilla nos fuimos a Candelario. Abundante agua en todo el camino. Menos mal que el tiempo aguantaba. Ideal para caminar. Llegamos a Candelario casi al mismo tiempo que la vuelta ciclista, que daba animación al pueblo. Allí estaba ya el autobús atrapado por la parafernalia biciclista. Aviso al conductor del cambio de planes y continuamos por el camino de la Canaleja hasta llegar a los Pinos de Béjar.
Más agua en el camino. Comenzaba a achuchar el estómago. A las 14:45 llegábamos a la Fuente de la Hoja, estupendo paraje con mesas de granito, donde rebajamos el peso de las mochilas y aumentamos el propio. Calmada el ansia estomacal y repuestas las fuerzas, mochilas al hombro y reanudamos la marcha. Eran aproximadamente las tres y media.
En un corto tramo llegamos a Palomares para proseguir camino hacia Valdesangil, una pedanía de Béjar. Aquí tomamos la denominada “ruta de las Pedanías” hasta llegar al depósito de agua desde donde se puede contemplar una de las mejores vistas de la sierra de Béjar. Siguiendo la pista de tierra y tomando un desvío a la izquierda llegamos a la carretera Béjar-Fuentebuena. Un trocito por asfalto hasta alcanzar la carretera Béjar-Ciudad Rodrigo en el Ventorro de Pelayo, desde donde se puede contemplar una interesante vista de Béjar y de su pasado industrial.
Bajamos por una escalera cementada hasta alcanzar la vía por la que, una vez pasado el túnel (por cierto, con las luces apagadas, por lo que hubo que tirar de móviles y linternas), accedimos a la estación, donde nos esperaban unas cañitas y el autobús.
Eran las seis y cuarto y llevábamos recorridos 26,7 km, distancia suficiente para haber disfrutado de la primavera y de la compañía. Y ni una gota. Y para que así conste, firmamos la presente crónica en Salamanca a 18 de abril de 2016. Carmen y Santi.



Y, por supuesto, el Cascanueces queda pendiente para la próxima temporada (eso sí, en otoño).

Fotografías de José Luis GarcíaPedro Martín.

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