jueves, 10 de abril de 2014

Antes de ir al Bierzo

El Bierzo

Es una de las regiones naturales más perfectamente definidas del noroeste de la Península Ibérica. Situado en el extremo occidental de la provincia de León, en las estribaciones de los Montes Aquilianos, limita al norte con Asturias, al oeste con las provincias de Lugo y Orense y al este y sur con otras dos regiones naturales leonesas: La Maragatería y La Cabrera.

Muy pocos detalles se conocen de su Prehistoria, aunque sí abundan los registros del Neolítico, de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro, en la que aparece la cultura celta del noroeste ibérico; la unión de ésta con los aborígenes astures da como resultado la "cultura castreña".

Y es aquí cuando –a finales del siglo I antes de Cristo- llegan y ocupan el Bierzo los romanos que, más que colonizar y culturizar, lo que buscan es la explotación de los recursos naturales de la región, muy especialmente el oro.


Las Médulas

Patrimonio de la Humanidad desde 1.997 como Paisaje Cultural modelado por el hombre, el espacio natural de Las Médulas siempre ha sido una fuente de preguntas respecto a los procedimientos seguidos por los romanos en sus trabajos de minería del oro. La única fuente directa con la que contamos es la descripción que hace Plinio el Viejo (23-79 d. C.) del proceso:
"En nuestro mundo [...] el oro se extrae de tres modos: [...] , o se busca derrumbando los montes. Este tercer sistema supera al trabajo de los Gigantes: las montañas son minadas a lo largo de una gran extensión mediante galerías hechas a la luz de lámparas cuya duración permite medir los turnos y por muchos meses no se ve la luz del día. Este tipo de explotación se denomina “arrugia”.
A menudo se abren grietas, arrastrando a los mineros en el derrumbamiento [...] Por ello se dejan numerosas bóvedas de piedra para sostener las montañas. En los dos tipos de trabajos se encuentran a menudo rocas duras; se las hace estallar a base de fuego y vinagre [o agua] pero, a menudo, como en este caso, las galerías se llenan de vapor y humo; se destruyen estas rocas golpeándolas a golpes de martillos que pesan 150 libras (unos 50 kgs.)  y los fragmentos son retirados a las espaldas de hombres, [...] Acabado el trabajo de preparación, se derriban los apeos de las bóvedas desde los más alejados; se anuncia el derrumbe y el vigía, colocado en la cima de la montaña, es el único que se da cuenta de él. En consecuencia, da órdenes con gritos y con gestos para poner en aviso a la mano de obra y, a la vez, él mismo baja volando. La montaña, resquebrajada, se derrumba por sí misma a lo lejos, con un estruendo que no puede ser imaginado por la mente humana, así como un increíble desplazamiento de aire [...]".
La primera tarea consistía, en embalsar grandes cantidades de agua traída de muy lejos (incluso desde el Teleno, a más de 70 kms.) por canales (corrugi) excavados en la roca de pizarra. Le seguía la ruina montium; a ésta, la evacuación y arrastre de materiales al exterior por otros canales llamados agogae, para finalizar con la separación y el lavado del oro puro.

La corta de minado o ruina montium (derrumbe de los montes) fue el sistema más espectacular de los empleados en Las Médulas. Se aplicó para alcanzar de una sola vez los niveles que poseían más oro, sobre los cuales se encontraban otros de bastante espesor, pero más pobres, haciendo falta remover grandes cantidades de materiales conglomeráticos.


Pueden apuntarse dos explicaciones posibles para el procedimiento:
1ª. Se construía una red de pozos y galerías sin salida exterior que minaban toda la masa que se quería abatir, introducían en ella todo el caudal de agua almacenada en el depósito y producían un efecto de "golpe de ariete", consiguiendo el derrumbe de todo el conglomerado minado.
2ª. Se construía una red de pozos y galerías sin salida externa en la base de la masa de materiales que se quería derrumbar, se iba llenando progresivamente de agua hasta que todos los niveles inferiores se saturasen y se consiguiera con ello el derrumbamiento de toda la masa minada.

Así describe en el s. XIX la zona y el  ambiente el escritor romántico berciano Gil y Carrasco en su novela histórica "El Señor de Bembibre":
"Del otro lado descollaban las sierras de la Aguiana con sus crestas coronadas de nubes a la sazón y los agudos y encendidos picachos de Las Médulas remataban en cadena con una gradación muy vistosa. Casi al pie se extendía el Lago de Carucedo, rodeado de pueblos cuyos tejados de pizarras azules vislumbraban al sol siempre que (éste) se descubría".
De interés en la zona

Castillo templario de Cornatel, complejo minero de Las Médulas, Aula Arqueológica, Lagos Sumido y Carucedo, villas romanas, canales y balsas, los pueblos de las Médulas y Orellán, en su día castro prerromano, así como multitud de castros, minas de mineral de hierro, talleres metalúrgicos para la manufacturación de herramientas y otros utensilios necesarios para la vida diaria.


Autor: José Luis Rodríguez (guía en la actividad por el Bierzo).

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