lunes, 23 de diciembre de 2013

Crónica: arribanzos sayagueses

Esta salida, en la que quien esto escribe puso su granito de arena para prepararla, parecía gafada. Para comenzar, la idea inicial era haber seguido el Duero desde la localidad de Villardiegua. Pero un desastroso incendio veraniego arrasó todo su término municipal (vídeo que realicé desde el lado portugués). Esperemos que pronto se regenere.

Por otro lado pensamos acercarnos al vecino Portugal para la comida. Pero los locales mirandeses no convencieron a los exigentes organizadores, Pablo y Carmen. Aunque no sé cómo lo harían, pero coincidieron con José y Loli, que regentan La Alquería de Mámoles, preciosa casa rural de esta localidad. Éstos participan activamente, junto al resto de vecinos con la curiosa tradición de la Noche de Ronda, preparando unas contundentes sopas de ajo para reponer las fuerzas durante el festejo: ¡ya teníamos el primer plato!. Problema añadido era el disponer de un local para 55 personas, solucionado con las antiguas escuelas, que por la triste falta de niños, están reconvertidas en local social. Los vecinos de Mámoles también participaron desinteresadamente con su trabajo, otros con las sillas y bancos, cubertería... nos animaron a adquirir productos de la zona, quesos, vinos... todo esto encaja perfectamente en el espíritu de nuestro grupo: disfrutar de una naturaleza exultante y ayudar dentro de nuestras posibilidades, a estas zonas tan deprimidas.

Un entorno con el Duero y sus miradores como protagonistas, adornados con las tradicionales construcciones totalmente integradas: en los regatos, molinos, batanes, pasiles, pontones... en los arribanzos, majadas, con sus chiviteras para proteger a las crías, chozos refugio de pastores... ya cerca de los pueblos, los campos se parcelan con los tradicionales cortinos, colocando las encinas a su lado, para que no molesten a la hora de labrar las tierras y en las poblaciones aún perviven los grandes portones donde descansan carros y aperos, aunque ya como simples adornos.

A destacar en la jornada fue la densa niebla, que puso su toque de misterio a los enebros y encinas, pero que no fue un impedimento para contemplar las vistas del padre Duero. Incluso tuvo el detalle de disiparse antes de terminar la ruta y pareció aliarse con los guías para alargar un poco más la ruta, ya que la comida aún no estaba lista.


Fotografías de Alberto Hernández, Alfredo Domínguez y Vicente Martín. Recorrido.

1 comentario:

  1. Maravillosos día. Enhorabuena a los organizadores. Estremecedoras las fotos del incendio. A ver si otro año podemos ir por allí.

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