viernes, 22 de noviembre de 2013

Entre robles y helechos, las leyendas

Continuamos documentándonos sobre los lugares que este domingo visitaremos y hoy lo haremos bajo el prisma de las leyendas que nos hablan de hechos de tiempos muy lejanos que dan nombre a Segura de Toro.

La Reina Mora

En Traslasierra se alza, enseñoreándose sobre los riscos montañeses, la estratégica población de Segura de Toro, que guarda los restos nobles de un vetusto castillo medieval, casi derruido del todo. Alrededor de la edificación se han tejido diversas leyendas, destacando la que relaciona el origen del pueblo con una supuesta reina mora.
"Este pueblo, aquí donde lo ve usted hoy con menos de doscientos habitantes, fue hace ya mucho una ciudad importante que se llamó Verdeoliva. Pa que usted se haga una idea cabal, le diré que ocupaba to lo que es ahora el pueblo y llegaba, la laera abajo, hasta las Vegas, donde se ven muchas piedras labrás y salen ladrillos, tejas y hasta mármol.

El castillo era mu grande y luego le voy a decir que tenía un túnel que salía a la garganta del pueblo, y por allí iban a beber los caballos de los moros. Entoavía se ven unas rejas y, detrás, unas escaleras de piedra. Aquí vivió una Reina Mora, que debía ser mu guapa, y un rey cristiano se enamoró, pero ella no le quería. Entonces ella se escapó de la corte y se vino aquí, donde hizo el Castillo y cuando lo terminó dijo:

"Segurita estoy y ya no me matareis..."

Y por lo de "Segurita estoy" este pueblo se cambió de nombre y se llama Segura. Y lo de Toro se lo puson luego, por el toro de piedra que tenemos, velaí, en la plaza.

Pero el rey cristiano se enfadó mucho, se aposentó en Abadía, un pueblo que está allí abajo, que era también mu importante de antiguo, y desde allí disparaba cañonazos, que derribaron la torre y ella, la Reina Mora, se tuvo que esconder en los sótanos.

Como no era capaz de matarla con los cañones, el rey cristiano encargó a su mejor ballestero que la matase al descuido. Y el ballestero se subió a la sierra, se escondió y esperó a tenerla a tiro. Una tarde estaba la Reina Mora sentaita en su trono, con el balcón abierto mirando pa la sierra, y el ballestero, que estaba en el Picute, disparó una flecha que atravesó el corazón de la Reina Mora.

Por aquí decimos que la Reina Mora se sigue apareciendo en lo alto de la sierra, y tiene forma de gallina encantá, que pone huevos de oro".
(Fuente oral: Segura de Toro, contada por Marcelino Blanco Rodríguez)

El Verraco

Mirando hacia el edificio del Ayuntamiento y presidiendo la plaza principal de Segura de Toro, se yergue orgulloso de su origen y su pasado un verraco de más de dos metros de longitud. Éste, se encuentra entre los de mayor dimensión de todos los conservados en la Península Ibérica, equiparable a los famosos verracos abulenses de El Tiemblo conocidos como "Toros de Guisando".

De material granítico, el verraco de Segura se conserva en buen estado: las patas traseras, donde se aprecia el tallado de las pezuñas, así como entre ellas la silueta del escroto del animal, adivinándose por ello y a simple vista el sexo masculino del mismo, respaldado por la aparición de la curva de su prepucio bajo el vientre. Sin embargo, el resto de la escultura, especialmente la cabeza, ha llegado a nuestros días bastante dañada, más que por acción de la erosión y el paso del tiempo, fundamentalmente por la propia acción humana, ya que, actuando bajo las directrices de la incultura y haciendo casos a falsas leyendas, no faltó quien llegó a dinamitar la imagen pensando que la misma aguardaba un tesoro en su interior, sin caer en la cuenta de que no había más y mayor tesoro que el verraco en sí mismo.

Datado en el siglo VI a. C. y símbolo del pueblo desde que se hallara en la finca "El Toro", apareciendo el mismo en el escudo local, el toro de piedra de Segura de Toro es muestra clara de la presencia vetona en las montañas sobre las que se asienta el municipio actual, enclavado en una de las laderas de las sierras que conforman el Valle del Ambroz, al sur del Sistema Central.

Cuenta la leyenda... que difunde una señora de poco más de sesenta años, vecina de Navaconcejo, que
"Ese nombre se lo puson porque tenían un toro de piedra, que estaba caío y en el lao había escrito este titulillo:

"El que me rodee del otro lao será afortunao".

Entonces, un día, se juntó toa la gente del pueblo, con palancas de palo, porque antes apenas las usaban de yerro, y echando mucha fuerza consiguieron darle la vuelta al toro. Pero, ¡menúo chasco que se llevaron!. En vez de encontrar un tesoro, como esperaban, lo único que vieron fue un letrero que ponía:

Ahora que estoy volteao, me quedo más descansao”.

Los de Segura se cabrearon mucho, porque vieron que los habían tomao el pelo y se puson a darle golpes al toro de piedra, le arrancaron los cuernos y quedó toíto hecho cachos.

Luego ya lo han arreglao y lo han puesto en mitá de la plaza del pueblo. Pero se le notan las costuras de los cachos, de cuando lo partieron".

Los de Segura reconstruyendo el toro, y con este ya "cosido"
(Fuente oral: C.G. Navaconcejo “Fernando Flores del Manzano”)

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