Crónica: Canal de Castilla

Frío, viento y soledad... Andar la llanura castellana, la estepa cerealística, puede parecer, a priori, aburrido, eterno. Sin embargo no es así. No sólo de montaña vive el senderista. Hay que pisar todos los caminos. Si además seguimos el Canal de Castilla, como lo hicimos el domingo, la jornada está más que justificada.

El canal, una arteria de agua que da vida a la estepa palentina, fue como un GPS natural, nos marcaba el norte hacia Frómista, etapa del camino de Santiago. Como muy bien nos explicaron las guías de esta salida, Mary Leo y Teresa, una obra de la Ilustración del siglo XVIII, sirvió esta vez como pretexto para señalar nuestro destino.

Parece fácil andar en llano, pero el frío viento de frente y una perspectiva que engaña y aleja, a medida que nos acercamos, los hitos que nos marcamos, convierte nuestro paseo en una prueba de resistencia contra el tiempo, contra el horizonte y los agravios comparativos entre quienes caminan al galope y quienes prefieren disfrutar del camino pausado.

Impresiona contemplar la grandeza de una obra de ingeniería tan inmensa, tan compleja, llena de esclusas para salvar desniveles, de puentes, de acueductos, viejas fábricas de harina y otras construcciones levantadas en blanca piedra caliza, como debe ser en la llanura palentina. Dos hileras de árboles jalonan los caminos y, en el agua, una cinta de cañaverales pone el toque decorativo al canal.

Para finalizar, una joya del románico, San Martín de Frómista, con sus canecillos, capiteles historiados y varias fajas de jaquelados -o tacos de billetes-, puso el broche final a una fría pero intensa jornada de este grupo de locos fieles de Anda Ya.

Fotografías de Teresa Vicente, Alberto Hernández, Miguel Málaga y María del Carmen Martín-Bravo. Recorrido.