Mira que nos lo habían advertido: que iban a bajar las temperaturas, que soplaría el viento y que llovería... incluso oíamos alarmantes pronósticos de ciclogénesis explosivas (asusta sólo mencionarlo). Pero más de cincuenta excursionistas no se podían confundir; algo nos animaba frente a las adversidades. Así cambiamos las fantásticas vistas de montes y valles de Quilamas, por las amenas charlas con nuestros compañeros de fatigas; cambiamos el majestuoso vuelo de buitres leonados y águilas reales, por el revoloteo de capas y paraguas en desigual pelea con los elementos; las comidas y tentempiés campestres, por el calor de pinchos y televisores de los bares del recorrido.
Ciertamente, si repetimos, por algo sería.
Fotografías de
Eduardo Pérez (
vídeo).
Recorrido.
PD: Dar las gracias a Mariajosé, Mariví y Carlos, por habernos enseñado estos rincones salmantinos, teniendo que realizar la misma ruta varias veces. Y al de los encajes de bolillos (Jesús) por su estupendo trabajo.
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